CROQUETAS CASERAS DE POLLO

Si hay una receta que representa el auténtico sabor de la cocina casera, esa es sin duda la croqueta de pollo. Crujiente por fuera, cremosa por dentro, con un sabor reconfortante que evoca recuerdos familiares y momentos de felicidad en la mesa.

Las croquetas caseras de pollo son, más que un simple plato, un símbolo del ingenio culinario: nacieron del aprovechamiento, de la costumbre de no tirar nada, de convertir restos de pollo cocido o asado en bocados exquisitos. Pero con el tiempo se han convertido en una joya gastronómica por derecho propio.

En esta receta te enseño paso a paso cómo hacer croquetas de pollo perfectas, con todos los trucos para conseguir una masa suave, sin grumos, sabrosa y con ese toque dorado que las hace irresistibles. También descubrirás cómo conservarlas, congelarlas, y cómo transformarlas en versiones gourmet que sorprenderán a todos.

Prepárate, porque cuando termines de leer esta receta, te garantizo que querrás meterte en la cocina a preparar una tanda entera.

INGREDIENTES (para unas 20-25 croquetas medianas)

Para la masa:

  • 250 gramos de pollo cocido o asado (puede ser pechuga, muslo o restos de un guiso)
  • 60 gramos de mantequilla
  • 60 gramos de harina de trigo
  • 700 ml de leche entera
  • 1/2 cebolla pequeña, finamente picada
  • 1 cucharada de aceite de oliva virgen extra
  • Nuez moscada al gusto
  • Sal y pimienta negra recién molida
  • (Opcional) 2 cucharadas de caldo de pollo para intensificar el sabor si lo deseas

Para el rebozado:

  • 2 huevos grandes
  • Harina (para enharinar)
  • Pan rallado (o una mezcla de pan rallado y panko para más crujiente)

Para freír:

  • Aceite de oliva suave o aceite de girasol en abundancia

TIEMPOS APROXIMADOS

  • Preparación de la masa: 40 minutos
  • Reposo: mínimo 4 horas (idealmente toda la noche)
  • Formado y rebozado: 30 minutos
  • Fritura: 10 minutos

Total: unas 5 horas incluyendo el reposo, pero cada minuto vale la pena.

PASO A PASO DETALLADO

1. Preparar el pollo

Usa restos de pollo cocido o asado. Si vas a cocinarlo expresamente, hiérvelo en agua con una pizca de sal, una hoja de laurel y un trozo de cebolla durante unos 20 minutos.
Después, escúrrelo y desmenúzalo finamente. Puedes hacerlo con las manos, con dos tenedores o con una picadora.

💡 Consejo: Si el pollo está un poco seco, añade una cucharadita de aceite de oliva o un chorrito de caldo antes de mezclarlo con la bechamel.

2. Sofrito base

En una sartén amplia o cazo de fondo grueso, derrite la mantequilla junto con el aceite de oliva.
Agrega la cebolla muy picada y sofríela lentamente durante 8-10 minutos, hasta que quede transparente y tierna. No debe dorarse; queremos un sabor suave, no tostado.

Este paso es clave: la cebolla le da un fondo aromático y dulce que equilibra la cremosidad de la bechamel.

Cuando esté lista, añade el pollo desmenuzado y saltea un par de minutos. Así el pollo se impregna del sabor de la mantequilla y la cebolla, potenciando su aroma.

3. Incorporar la harina

Añade los 60 gramos de harina directamente sobre la mezcla de pollo y cebolla.
Remueve sin parar con una espátula de madera o varillas durante unos 2-3 minutos.
Este paso sirve para tostar la harina ligeramente y eliminar su sabor crudo. La mezcla se volverá densa y pastosa, lo cual es normal.

💡 Truco: No te saltes este paso; una harina sin cocer da un gusto harinoso desagradable que estropea la croqueta.

4. Añadir la leche y preparar la bechamel

Calienta la leche previamente (en el microondas o un cazo). Añádela poco a poco, en varias tandas, sin dejar de remover.

Al principio parecerá que se forman grumos, pero con paciencia y movimiento constante, la masa se alisará.

Cuando hayas añadido toda la leche, baja el fuego al mínimo y sigue removiendo durante 10-12 minutos, hasta que la masa se despegue ligeramente de las paredes del cazo.

Debe quedar cremosa, brillante y homogénea, con el pollo perfectamente integrado.

Añade sal, pimienta negra y una pizca generosa de nuez moscada. Este toque es esencial; aporta un aroma cálido y elegante.

Si deseas un sabor más intenso, puedes añadir en este momento un chorrito de caldo de pollo concentrado o incluso un toque de nata líquida para una textura aún más untuosa.

5. Enfriar la masa

Vierte la masa caliente sobre una fuente amplia y extiéndela con una espátula.
Cubre con film transparente en contacto directo con la masa (para evitar que se forme una costra).

Deja enfriar a temperatura ambiente y luego guarda en la nevera durante al menos 4 horas.
Lo ideal es toda la noche, ya que así se compacta bien y facilita el formado.

💡 Consejo: Si la masa queda demasiado blanda, no te preocupes. Puedes volver a calentarla ligeramente en un cazo y añadir una cucharada más de harina cocida.

6. Formar las croquetas

Una vez fría, la masa estará firme pero manejable.
Con ayuda de dos cucharas o una manga pastelera, toma porciones del tamaño de una nuez.
Dales forma alargada, redonda o de bolita, según tu gusto.

Colócalas en una bandeja enharinada para que no se peguen.

💡 Truco profesional: Unta ligeramente tus manos con aceite o agua fría para que la masa no se adhiera mientras das forma.

7. Rebozado perfecto

Prepara tres platos:

  1. Uno con harina.
  2. Otro con huevos batidos.
  3. Y un tercero con pan rallado (si mezclas pan y panko, obtendrás una textura increíblemente crujiente).

Pasa cada croqueta primero por harina, después por huevo batido y finalmente por pan rallado.

Para un acabado extra crujiente, puedes repetir el paso de huevo y pan rallado (doble rebozado).

Coloca las croquetas rebozadas en una bandeja y déjalas reposar 30 minutos en la nevera.
Esto ayuda a que el rebozado se fije bien y evita que se abran al freírlas.

8. Freír las croquetas

Calienta abundante aceite en una sartén honda o freidora. La temperatura ideal es 170-180 °C.

Introduce las croquetas poco a poco, sin sobrecargar la sartén.
Fríelas durante 2-3 minutos, girándolas para que se doren de manera uniforme.

Cuando estén doradas y crujientes, retíralas con una espumadera y colócalas sobre papel absorbente.

💡 Consejos esenciales:

  • Si el aceite está muy frío, las croquetas se abrirán.
  • Si está demasiado caliente, se dorarán por fuera sin cocinarse dentro.
  • La cantidad de aceite debe ser suficiente para cubrirlas completamente.

9. Servir

Sírvelas calientes, recién hechas.
Acompáñalas con una ensalada fresca, unas patatas fritas, o simplemente con un poco de mayonesa o alioli suave.

El contraste entre el exterior dorado y el interior cremoso es puro placer.

VARIACIONES IRRESISTIBLES

La base de esta receta admite muchas variantes. Aquí tienes algunas ideas para innovar:

Croquetas de Pollo y Queso

Añade a la masa 50 gramos de queso rallado (emmental, mozzarella o gouda) justo al final de la cocción.
El resultado: croquetas aún más fundentes y sabrosas.

Croquetas de Pollo y Champiñones

Sofríe 100 g de champiñones muy picados con la cebolla antes de añadir el pollo.
Aportan un toque terroso y delicioso.

Croquetas de Pollo al Ajillo

Utiliza pollo cocinado con ajo y perejil. Añade una pizca de ajo en polvo y perejil fresco a la bechamel para un sabor intenso y tradicional.

Croquetas de Pollo y Jamón

Combina 200 g de pollo con 50 g de jamón serrano picado fino.
Un clásico irresistible en cualquier barra de tapas.

Croquetas de Pollo con Toque Picante

Agrega unas gotas de salsa picante o una pizca de pimentón picante a la bechamel. Perfectas para paladares valientes.

CÓMO CONSERVAR Y CONGELAR LAS CROQUETAS

En la nevera:

Guarda las croquetas ya formadas (sin freír) hasta 2 días en un recipiente hermético.

En el congelador:

  • Colócalas en una bandeja separadas entre sí.
  • Congélalas durante 2-3 horas.
  • Luego pásalas a una bolsa o caja con cierre.

Podrás conservarlas hasta 3 meses.
Cuando quieras usarlas, fríelas directamente congeladas, sin descongelar. Solo aumenta un poco el tiempo de fritura.

💡 Truco: Si las descongelas, pueden humedecerse y romperse al freír. Mejor cocinarlas directamente del congelador.

CONSEJOS DE EXPERTO

  1. Proporción justa: Usa 1 parte de harina por cada 10 partes de leche.
  2. Paciencia: La bechamel requiere tiempo y fuego suave. No la descuides.
  3. Textura ideal: La masa debe quedar espesa, pero no seca. Si se corta o separa, añade un chorrito de leche.
  4. Evita que se abran: Refrigéralas antes de freír.
  5. Aceite limpio: No uses aceite reutilizado; altera el sabor y la textura.
  6. Versión más ligera: Puedes cocinarlas en freidora de aire a 190°C durante 8-10 minutos o hornearlas a 200°C durante 15 minutos con un chorrito de aceite.

CROQUETAS CON HISTORIA

Las croquetas nacieron en Francia, del verbo croquer (crujir), pero fueron los españoles quienes las adoptaron y perfeccionaron.
En el siglo XIX, se popularizaron como una forma de aprovechar sobras. Las abuelas, con paciencia y amor, convertían trozos de pollo o pescado en bocados mágicos.

Con el tiempo, las croquetas se convirtieron en símbolo de la cocina de aprovechamiento y del ingenio casero.
Hoy, se sirven en bares, restaurantes y hogares de todo el país, desde las más humildes hasta versiones gourmet con trufa o foie.

Cada familia tiene su “receta secreta”, y ninguna croqueta es igual a otra. Pero todas comparten una cosa: el sabor a hogar.

SUGERENCIAS DE ACOMPAÑAMIENTO

Las croquetas de pollo son tan versátiles que puedes servirlas de muchas formas:

  • Como tapa o aperitivo, junto a aceitunas y una copa de vino blanco.
  • En una cena informal, acompañadas de una ensalada de lechuga, tomate y maíz.
  • Como plato principal, con arroz blanco o puré de patatas.
  • O incluso en bocadillo con pan crujiente y un toque de mayonesa casera.

Salsas que combinan de maravilla:

  • Alioli suave
  • Salsa bechamel ligera
  • Salsa de yogur y limón
  • Salsa barbacoa casera
  • Mayonesa con ajo y perejil

MARIDAJE IDEAL

Acompaña tus croquetas con:

  • Vino blanco joven o afrutado (como un verdejo o albariño).
  • Cerveza rubia fría, ideal para contrastar la cremosidad.
  • O si prefieres algo sin alcohol, un mosto de uva blanca o limonada casera.

UN CLÁSICO QUE NUNCA FALLA

Las croquetas de pollo son un emblema del sabor casero. En cada casa se preparan de una forma distinta, pero todas comparten ese toque de mimo que solo da la cocina tradicional.

Prepararlas puede parecer laborioso, pero el resultado merece totalmente la pena. Es un proceso que conecta con lo esencial: el gusto por hacer las cosas bien, por compartir, por ver sonreír a quien las prueba.

Cuando oyes el crack al morder y descubres ese interior fundente y suave, sabes que todo el esfuerzo ha valido la pena.

CONCLUSIÓN FINAL

Esta receta de Croquetas Caseras de Pollo combina lo mejor de la tradición con un resultado perfecto:
una textura cremosa, un rebozado dorado, un sabor reconfortante y un aroma que llena la cocina de felicidad.

Con los trucos que has aprendido aquí —una bechamel bien cocida, un buen reposo, y una fritura controlada—, podrás preparar croquetas dignas de cualquier restaurante, pero con el toque único del hogar.

Ya sea para una comida familiar, una cena especial o una tarde de tapeo, estas croquetas serán siempre una apuesta segura.
Crujientes, cremosas, caseras… simplemente irresistibles.

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